Javi Peláez perfila la historia del marino antártico Carl Anton Larsen, cuya huella como aventurero quedó un forma de nombre de una inmensa barrero de hielo que acaba de desaparecer. Despilfarrando el legado de un pionero en tan solo unos años (2002-2005).
«Y digo que su vida resulta muy similar a la de Shackleton porque Carl Anton Larsen también vivió la trampa helada de la Antártida en sus propias carnes… En 1903, capitaneando el barco de la expedición noruega antártica, y al igual que el Endurance, su navío quedó atrapado por los traicioneros hielos dejando a los peripuestos caballeros de la fotografía superior a su suerte durante durante 10 meses sin provisiones ni muchas posibilidades de sobrevivir…
Sin embargo, lo consiguieron, vivieron como robinsones extremos, casi un año en aquellos indómitos hielos alimentándose de pingüinos y pescando…
Larsen era un pionero, uno de esos irreductibles que de vez en cuando alegran las páginas digitales de este blog, un explorador, alguién que abría horizontes, que superaba barreras… Un personaje que, por ejemplo, consiguió el curioso lujo de ser la primera persona de la historia en esquiar sobre la Antártida.»