Luis Díez cuenta cómo Gaspar Llamazares intentó averiguar el paradero de conversaciones telefónica de algunos de los golpistas del 23-F en España, sin más ánimo que el investigador, y como el Gobierno sencillamente “pasa” de ahondar en el tema. El enigma de las cintas del 23-F.
«Llamazares no dirigía sus preguntas a un ministro en concreto sino al Gobierno en su conjunto. Las registró el 20 de abril de 2009 y tres meses después no había recibido respuesta. Tras ese periodo reglamentario pasaron otros ocho meses sin respuesta. El diputado daba por hecho que le responderían. “Una pregunta más, otra petición de datos en saco roto”, decía.
Mas hete aquí que el otro día, concretamente el pasado 1 de abril, con el Congreso cerrado por vacaciones de Semana Santa, recibió esta contestación: “En relación con la cuestión interesada por Su Señoría, se señala que el Ministerio de Defensa no tiene constancia de la existencia de las citadas grabaciones y, por lo tanto, ninguna información sobre la situación o localización de este material”.
¿Por qué Defensa, el Centro Nacional de Inteligencia –antiguo CESID–, se daba por aludido y no Interior? ¿No era, acaso, la policía la encargada de pinchar los teléfonos ante un delito flagrante? ¿Tiene constancia Interior del paradero de esas cintas? ¿Y el Presidente del Gobierno? ¿Y la Dirección General de Archivos?, se sigue preguntando Llamazares tras un año de espera.»