El deseo de mirar hacia delante de muchas personas de países que han sufrido guerras y dictaduras hace que se corra el riesgo del olvido de crímenes terribles que no deberían olvidarse. Ramón Lobo habla de ello en Srebrenica, disculpas, responsabilidades y olvidos.
«El Parlamento de Serbia aprobó en la noche del martes una declaración de condena de la matanza de Srebrenica que parece más una obra de delicado equilibrio balcánico que una resolución de condena de lo ocurrido. En ella se pide por primera vez perdón a las víctimas por no haber hecho más en prevenir la tragedia, pero no se reconocen culpas. No fue un gesto unánime: de los 250 diputados 101 se ausentaron, 127 votaron a favor, 21 en contra y uno se abstuvo. El camino de la catarsis que necesita Serbia, que en los años noventa empezó cuatro guerras balcánicas y las perdió todas, ha comenzado pero con sordina.
El texto aprobado es un ejemplo del miedo colectivo a enfrentarse con la verdad. Natasha Kandic, la principal defensora de los derechos humanos en Serbia y enemiga pública de los ultranacionalistas, dijo ayer: “Se ha perdido una ocasión histórica de admitir nuestras culpas y distanciarnos del pasado”.»