El artista del vacío, un bonito texto de David Álvarez en el que se detiene en un hombre al que ve varios veces en unos vestuarios.
«Últimamente veo mucho a un tipo que se dedica profesionalmente a la creación de vacíos perfectos. De lejos parece un niño de diez años canoso: bajito, menudo y de paso veloz. De cerca cumple más: se le ha retorcido ya mucho una piel seca y morena que seguramente rasca como lija. Mientras trabaja, sonríe silencioso y con la vista al suelo. Sólo le he oído hablar cuando coincidimos en los vestuarios que usaba hasta hace unas semanas el antiguo personal de talleres del diario. Yo voy a ponerme ropa para correr y él, a calzarse el mono de trabajo: “Hasta los cojones. ¿Qué tal, majo?”.»