Vicente Romero nos recuerda que La muerte de monseñor Romero sigue impune, ya que el nuevo presidente, que en la oposición clamaba justicia, se niega ahora a remover los escombros que todavía empolvan la sociedad salvadoreña.
«No sólo sembraron la muerte entre una izquierda alzada en armas, sino que la extendieron a los dirigentes del movimiento cívico y a cuantas voces denunciaban que la riqueza del país se encontraba en poder de 14 familias, cinco de ellas propietarias del 80 por 100 de las tierras cultivables. La Iglesia católica había tomado el partido de los empobrecidos. Y monseñor Romero fue abatido a tiros poco después de haber dirigido a los centuriones un mensaje histórico: ‘les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, ¡cesen la represión!’
— ‘Mientras la Iglesia estuvo aliada con el poder en una relación de trono y altar, recibió un trato privilegiado —explicó el teólogo Juan José Tamayo en Informe Semanal— pero cuando cambió de bando social sufrió persecución. Primero fue asesinado el padre Rutilio Grande; después mataron a un grupo de monjas norteamericanas y, el 16 de noviembre de 1989, a los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA) que dirigía Ignacio Ellacuría.»
2010-03-25 12:48
Marcos, ese título… muerte ¿o asesinato?