Lo prometido es deuda: segunda parte del relato de aquel performance surrealista que Joselu llevó a cabo con sus alumnos de instituto y que había puesto patas arriba el centro: El primer diario blanco del AZAR rojo será.
«Una muchacha vestida de cocotte años veinte se sentó junto al esqueleto y le pasó la mano por encima del húmero mientras miraban la televisión. La actitud de ella ella era claramente amorosa. El esqueleto fumaba.
Oficiales nazis ordenaban trabajos forzados a prisioneros, policías patrullaban por el recinto, alguna prostituta se puso en actitud receptiva apoyada en la pared, el obismo rezaba por la salvación de las almas por tanta depravación.
Faltaba música. Ese fue un fallo, pero no pudimos solucionarlo.
Siete minutos de acción en grupo para luego confluir todos saliendo lentamente hacia el patio en que el ejercicio desembocaría en un acto colectivo.
La actitud de los alumnos-espectadores fue modélica. Recibieron maravillados aquella sorpresa escénica que no duró demasiado para evitar la saturación y el cansancio. Creo recordar que duró en conjunto 22 minutos desde que sonó el timbre de salida hasta que nos agrupamos todos alborozados en el centro del patio en un montón informe. Luego, tras ese momento de dicha escénica que sólo puede conocer quien ha sido alguna vez actor, nos separamos y levantamos recibiendo un cálido aplauso de los espectadores que no se habían perdido un instante de la actuación.
Vuelta a la realidad.
Yo fui a desmaquillarme al baño y di la clase de lengua de COU sin hacer el más mínimo comentario a mis alumnos que acababan de vernos en la actuación. Nadie hizo preguntas, aunque todos esperaban que dijera algo.»