Miguel Santa Olalla Tovar escribe sobre la necesidad del discurso previo a la contemplación del arte contemporáneo, y apunta a ese síntoma como el que define su enfermedad. El arte sin folleto.
«Hasta hace muy pocas décadas ver arte no exigía leer, ni tener una serie de conocimientos técnicos. La mirada del lego no será igual que la del especialista, pero ambos podían situarse enfrente de la obra y mirar, ver, disfrutar. La situación actual es precisamente la contraria: no hay manera de ver sin haber leído. Y todo ello con un agravante: después de leer no dejan de aparecer las dudas sobre el valor de lo que se ha visto: ¿Hacían falta semejantes “alforjas artísticas” para lo que después es una lectura pseudobiográfica, pseudofilosófica, pseudoliteraria o pseudocultural? La dependencia del folleto y la necesidad incuestionable de la “visita guiada” son una señal del agotamiento del arte contemporáneo.»