Juan J. Llach apunta las líneas de evolución de las distintas economías mundiales en la recuperación de la crisis, señalando las dificultades y problemas a los que habrá que enfrentarse: Preocupaciones globales.
«Una lectura más profunda del panorama global nos mostraría otras realidades, algunas promisorias, otras preocupantes. Entre las primeras, sobresale el afianzamiento del protagonismo de los países en desarrollo, todos los cuales se están transformando rápidamente en emergentes. Sólo 57 de ellos, sobre un total de 149, cayeron en recesión en 2009.
El caso más notable es el de Africa, con sólo ocho de 50 países en recesión. Los peores desempeños les cupieron a Europa Oriental (doce países sobre catorce) y a América latina y el Caribe (con 21 países en recesión sobre 32).
En la década que se inicia, los países emergentes aportarán tres cuartas partes del crecimiento mundial en dólares comparables y 60% en dólares corrientes, pese a tener hoy sólo 45,4% y 27,5%, respectivamente, del PBI global. China deslumbra por su pujanza y ensombrece al resto, pero tiene sólo una cuarta parte del PBI total de los países emergentes.
Otro rasgo naciente de la misma tendencia es que empiezan a destacarse el desarrollo de sus mercados internos y su progreso social. Un ejemplo relevante, perdido en el bullicio diario, es que China ha dado claras señales de un cambio gradual de su modelo económico.
Ahora se alentarán más el consumo y el gasto social y algo menos las exportaciones, y la industria irá virando desde la que se encuentra basada en bajos salarios hacia otra más apoyada en el valor agregado.
Esto es importante para la economía mundial porque ayudará a reducir el superávit comercial de China, y es excelente para América del Sur, porque aumentará aún más la demanda de sus productos básicos.
La contracara de la vitalidad del mundo emergente está, hay que lamentarlo, en Europa.»