Un vistazo al fomento de la lectura desde que son bebés y todavía no pueden defenderse: El lector se hace desde la cuna, un artículo de Natalia Paez.
«En algunos jardines maternales de Buenos Aires funcionan con éxito las llamadas “Bebetecas”, para que los bebés y niños pequeños se familiaricen con el libro con los docentes como mediadores. “En Bogotá el colectivo ‘‘Espantapájaros’‘ inició hace unos años un espacio llamado ‘‘Cuentos en pañales’‘, para bebés de 8 meses, acompañados por sus padres. Una biblioteca al alcance de los más pequeños, para explorar, oler, morder, probar y llevar a casa. Según la escritora Yolanda Reyes, fundadora de este proyecto, ‘‘la mayoría de los cuentos que leemos en la primera infancia son libros sin páginas. Algunos son tan breves que caben en la mano diminuta del bebé. (…) En esa edad, cuando los cuentos entran por la piel y son cuerpo y abrazo, y cuando las historias recuerdan todavía los ritmos del corazón, se crean los vínculos más profundos con las palabras, con los libros, con el placer de leer’‘”, cita Susana Itzcovich, presidenta de la Asociación del Literatura Infantil y Juvenil de Argentina (ALIJA). Esta entidad es la sede local de IBBY (International Board of Books for Young People), una ONG que promueve la lectura en niños y jóvenes del mundo. “Distintos países de Latinoamérica y Europa han realizado encuestas para valorar el estímulo de la lectura, a partir de los libros para bebés. Las estadísticas consideradas apoyan la teoría de la importancia de la palabra oral y la lectura de libros para los pequeños con un 75 por ciento de probabilidades de formar —a través de este estímulo— futuros lectores. Países del primero y tercer mundo, han detectado que cuando más temprano sea el acercamiento del libro al niño, la formación del lector es más contundente. ALIJA impulsa toda actividad de promoción de la lectura desde la primera etapa del bebé, ya sea a través de la palabra oral como de la presencia del libro como objeto consolidado y omnipresente”, indica Itzcovich.»