Aureal escribe una entrada de lo más inquietante en su blog, dedicada a cómo los sonidos, en función de su contextualización o de su manipulación, puede provocar efectos realmente perniciosos en quiénes los escuchan. Incluye varios ejemplos, algunos de poner la piel de gallina. El sonido como perturbación.
«La Operación Alma Errante fue una campaña de propaganda desmotivadota, ejercida por fuerzas estadounidenses durante la Guerra de Vietnam. El proceso se basaba en la creencia local de que los muertos deben ser enterrados en su lugar de nacimiento, o de lo contrario su alma vagará sin rumbo en el dolor y el sufrimiento. Si un vietnamita no es enterrado de forma correcta (por ejemplo, si se deja su cuerpo en una trinchera), su alma se manifestará en el lugar de su muerte. Ingenieros americanos emplearon semanas en grabar sonidos y voces, alteradas para que parecieran pertenecer a Vietcongs fallecidos. Recurrieron a partidarios vietnamitas para locuciones en su propio idioma, dirigiéndose directamente al enemigo e interpelándole para que abandone el combate. Se usaron helicópteros Swift para emitir la grabación en el campo de batalla. Mientras que fue viable, la Operación Alma Errante tuvo doble eficacia: los vietcongs que se asustaban eran fácilmente localizables, mientras que aquellos que respondían abriendo fuego delataban su posición.»