La democracia afgana que dicen defender tantos países implicados allí parece tener uno de sus agujeros más grandes, entre muchos otros, en la libertad de prensa. Jean MacKenzie nos lo cuenta en Censura en Afganistán.
«Los periodistas que cubren la información en Afganistán afrontan ahora una situación paradójica. Después de todos los triunfos conseguidos por la prensa independiente tras la caída del régimen talibán, ahora es el Gobierno, supuestamente democrático, el mayor obstáculo al trabajo de los reporteros y la mayor amenaza contra su seguridad. “Los talibanes nos trataban mejor que el Gobierno”, se quejaba Rahimullah Samander, jefe de la Asociación de Periodistas Afganos Independientes, durante una rueda de prensa en Kabul el mes pasado. “El Gobierno nos niega acceso a la información. Se despide a los funcionarios que hablan con los periodistas. [En lo que se refiere a la prensa] se podría decir que todo el proceso democrático ha sido un fracaso”.»