Cuando se cree más en la superstición que en la medicina pueden pasar cosas muy graves, como las que cuenta Ángel en El poder curativo de la oración.
«Jeffrey Beagley y Marci Rae son dos imbéciles. Eso, en principio, no sería necesariamente noticia pero los distingue que a consecuencia de su imbecilidad su hijo de 16 años murió. Una muerte evitable y esencialmente deliberada. Mientras que la gente normal lleva a su hijo a un centro sanitario cuando hay problemas de salud, esta pareja de Oregón prefirió rezar para conseguir curar la enfermedad del suyo negándose a hospitalizarlo.»