En La otra cara de las Malvinas Lucio García Del Solar cuenta cómo Inglaterra se hizo con la isla Diego García en los años sesenta, ignorando el tratado de libre determinación de los pueblos y en connivencia con Estados Unidos.
«El 25 de abril de 1967 Gran Bretaña firmó un acuerdo con EE.UU. por el que le cedió en préstamo por 50 años la isla Diego García y recibió como parte de la operación, entre otros favores, un descuento de aproximadamente 12.000.000 de dólares de la factura de venta del misil Polaris al Reino Unido, conservando éste la soberanía nominal de la isla. Dos duras condiciones fueron exigidas por los norteamericanos: que la isla fuera vaciada íntegramente de sus pobladores y que los británicos se encargaran de evacuarlos.
El gobierno de Richard Nixon, temiendo problemas en materia de autodeterminación, al tener que admitir que los isleños pasibles de ser deportados compulsivamente eran nativos de las islas, inventó que se trataba “de un reducido grupo de trabajadores traídos bajo contrato temporario de las islas Seychelles y Mauricio”.
Superadas las objeciones del Congreso americano, en marzo de 1971 una flota de cinco barcos estadounidenses llevó a Diego García alrededor de 800 soldados con topadoras y excavadoras, cadenas para arrancar cocoteros, materiales para armar una fábrica de cemento armado, explosivos para despejar de corales la base de la futura pista de aterrizaje, etcétera.»