Pues eso: que ahora es Haití, que nos da mucha pena, pera la catástrofe no fue el terremoto (o sólo lo fue parcialmente) sino las míseras condiciones de vida que llevaban sus habitantes antes del seísmo: y así viven en centenares de zonas en el mundo. Los mil Haití que nos rodean, por José Saramago.
«Habrá otros terremotos, otras inundaciones, otras catástrofes que nosotros llamamos naturales. Asistimos al recalentamiento global con sus sequías y sus inundaciones, con las emisiones de CO2 que, solamente obligados por la opinión pública, los gobiernos se han comprometido a reducir y, tal vez, en nuestro horizonte ya se avecina otra cosa en la que nadie quiere pensar: la posibilidad de una coincidencia de fenómenos producidos por el recalentamiento con la aproximación de una nueva era glacial que cubrirá de hielo media Europa, y cuyos primeros signos ya se perciben, aunque por ahora son benignos. No ocurrirá mañana; podemos vivir y morir tranquilos. Aun cuando según dicen los especialistas las siete eras glaciales por las que ha pasado el planeta no han sido las únicas hasta ahora, seguramente habrá otras. Mientras tanto, dirijamos la mirada a este Haití y a miles de otros Haití que existen en el mundo, no sólo hacia esos sitios que prácticamente se asientan sobre inestables fallas tectónicas para las cuales no se advierte ninguna solución posible, sino también hacia aquellos que viven sobre el filo de la navaja del hambre, de la carencia de asistencia sanitaria, de la falta de una instrucción pública digna, donde los factores propicios para el desarrollo son nulos en la práctica y donde ruge la devastación de los conflictos armados, las guerras entre etnias enfrentadas por diferencias religiosas o por rencores históricos, cuyo origen, en muchos casos, se pierde en la memoria.»