alpoma destaca los múltiples errores que se produjeron en la erupción del volcán que en 1902 borró del mapa a la capital de Martinica y reproduce el testimonio de Ellery S. Scott, uno de los poquísimos supervivientes. Ciudad de huesos.
«No había ya salvación ni vía de escape de la isla y más de 30.000 almas aterradas se encerraron en sus hogares esperando, todavía, que el desastre no se produjera. En pocas horas el volcán liberó tal cantidad de materiales piroclásticos literalmente colapsó bajo su propio peso y presión. Inmensos ríos de roca fundida descendieron hacia la ciudad destruyendo todo a su paso.
En tierra apenas sobrevivieron dos personas a la catástrofe, el resto, hasta completar esos 30.000 desdichados, se convirtieron en un mar de huesos calcinados tras su horrible muerte. Uno de los barcos que se encontraba en el puerto, el SS Roraima, contaba con una tripulación de unos 50 hombres, de los que apenas se salvaron unos 15. Lo que sigue a continuación es más descriptivo que cualquier combinación de palabras que yo pueda elegir, pues se trata del testimonio de uno de los supervivientes del barco, Ellery S. Scott, primer oficial del vapor Roraima.»