Pues nada, reproduzco la entradilla que lo explica perfectamente: «Michel de Montaigne inventó el género del ensayo y reinventó, de un plumazo, el uso de las citas textuales. Walter Benjamin, en el Libro de los pasajes, llevó ambos recursos a un formidable extremo. Esta es la historia.» Claudia Kerik, De Montaigne a Walter Benjamin.
«El Libro de los pasajes representa el grado más alto de polarización de algunos de los rasgos esenciales del ensayo moderno. En primer lugar, porque se trata de una obra inconclusa (por razones históricas) y sin conclusión (por razones artísticas y filosóficas). Walter Benjamin lo experimentó como una obra en marcha, el mayor de sus proyectos histórico-literarios, un trabajo monumental de investigación sobre algunos temas del París del siglo XIX, cuya forma intrínseca no admitía el tratamiento de los contenidos presentados como una exposición acabada. El plan inicial de titular sus primeros escritos “Pasajes de París / Un cuento de hadas dialéctico” fue cediendo su lugar al de un proyecto amplísimo que lo comprometió en la búsqueda de materiales diversos, y en el debate interno por encontrar la expresión adecuada a sus formulaciones, la forma que tomaría el libro. Benjamin estaba seguro de que nunca había escrito “con tanto riesgo de fracasar”, y aún así le diría a su amigo Scholem: “cuanto más se me aparece la rigurosa actualidad de lo que pretendo, tanto más se me advierte en mi interior de no precipitar aquí el final. Lo verdaderamente actual siempre llega a tiempo. Es más: la velada no comienza hasta que el último invitado no llegue”. La certeza de que siempre habría algo más que se dibujaría repentinamente en su ser y que se debía retener en sus escritos le impidió renunciar a los Pasajes, como a un pedazo de sí mismo.»