Consideraciones sociopolíticas aparte, en este artículo explica muy bien Manuel Lozano Leyva en qué consiste un cementerio nuclear: Residuos, ciencia y democracia.
«Cada tres años, se descargan varios miles de varillas que contienen el uranio gastado en una central nuclear. Tienen unos cuatro metros de largo y el calibre de un dedo. Se disponen en un contenedor blindado de acero que se sumerge en una piscina aledaña a la central. El agua se pone a unos 35 grados y con frecuencia me preguntan si me bañaría en ella. Mi respuesta es siempre la misma: “En absoluto”, pero no porque sea peligroso, que no lo es, sino porque me recordaría a Fraga en Palomares.»