En Islandia la crisis ha elevado el paro al 8%; dirán que no es para tanto, pero es que antes estaba en el 1%. Ante la situación, distintas organizaciones ciudadanas intentan ofrecer soluciones que beneficien a todos los ciudadanos: Las hormigas de Islandia, de Althea Legaspi.
«Gudjonsson explica su iniciativa como un intento de desarrollar un plan empresarial para Islandia. “El país puede comportarse como una empresa en el sentido de que comparte unos valores y una visión comunes”, dice. “La población de Islandia tiene el tamaño de General Electric. La oportunidad que tenemos es la de ser el modelo de una nueva forma de democracia”. Quiere que los islandeses contribuyan a la solución, en vez de quedarse pasivamente a merced de las instituciones financieras que destruyeron la economía.
Gudjonsson me ha enviado el manifiesto de la Asamblea Nacional, que llama a los voluntarios de la asamblea el “hormiguero” y define su misión como la búsqueda de “un tipo único de democracia surgida de las multitudes”. El objetivo, dice el manifiesto, es “aprovechar la sabiduría y la conciencia colectivas de la población islandesa, que permanecen ocultas para cada individuo aislado”.
Una de las hormigas fundadoras de la Asamblea Nacional me cuenta que el apodo del “Hormiguero” tuvo su inspiración en que las hormigas perciben de forma intuitiva las amenazas y son capaces de trasladar su sociedad hasta lugar seguro; cada una de ellas es una parte del conjunto tan importante como las demás. Entre las hormigas originales del Hormiguero de la Asamblea Nacional se encuentran la ministra de Medio Ambiente de Islandia y la cantante Björk, que ayudó a formular la idea, pero no puede asistir a ella.»