Manuel Vilas llama a la relectura de Sombra del paraíso, la obra que Vicente Aleixandre publicó en 1944, poemario épico que, dice, canta a la vida y ha de ser redescubierto libre de su matiz histórico. Sobre Sombra del paraíso.
«Una de las dificultades que encuentra un lector de 2009 ante Sombra del paraíso es el barroquismo, la extremada ornamentación, un cierto amaneramiento con tendencia a lo cursi (el uso de la palabra “testa” en el poema “Padre mío”, por citar un ejemplo), el flujo abrasivo de los epítetos y la acumulación de estructuras sintácticas que se repiten y se alargan casi sin fin. Y Aleixandre no exhibe toda esa maquinaria retórica con intención narrativa, sino como una irradiación de significados difusos, vagos, imprecisos. Tal vez por eso, el resurgimiento de la poesía de Aleixandre en este siglo XXI debería hacerse proponiendo a Aleixandre como poeta visionario, cercano a un Blake. De ser un poeta visionario a ser un poeta místico va poco trecho. Recolocar en la historia literaria a Sombra del paraíso como un libro místico también, intuyo, podría contribuir a una relectura fértil de Aleixandre, tal vez una lectura nueva. Sí pienso que Aleixandre está necesitado de un redescubrimiento, de una exploración distinta. Un misticismo anterior a Auswitch, eso es Aleixandre en cierto modo. Porque la conciencia de la alienación histórica, del fracaso histórico real, no está en Aleixandre. También deberíamos hablar de un misticismo de sensibilidad homoerótica. Un misticismo de homosexualidad sublimada. Imagino que a Aleixandre le satisfaría ver cómo sus coetáneos, sus críticos y lectores, incluso sus poetas amigos, leyeron su poesía como transida por un aliento cósmico de entramado simbólico en vez de por una pasión homoerótica de raíz corporal.»