“Cada atentado, o intento de atentado aéreo, supone un recorte de la libertad del ciudadano transitoriamente pasajero”. Así empieza esta columna de Ramón Lobo y tiene mucha razón. Aeropuertos, seguridad y derechos.
«Hay aeropuertos en los que el personal que interpreta el papel de dar seguridad al pasajero son maleducados. Heatrow, por ejemplo, selecciona en los casting a Rotenmeyer en serie que gritan y tratan a la gente con un desprecio insultante. Estas exhibiciones de eficacia son por lo general bastante ineficaces. Sólo sirven para causar molestias a los buenos mientras que los malos logran pasar todo el arsenal del mundo sin que nadie repare en ello. ¿Sucedía en aterriza como puedas o algún bodrio divertido similar?»