Raúl Minchinela da la ¿voz de alarma? sobre cómo la actualización inmediata —como en muchas redes sociales— le está ganando la partida a la narración. Lo importante ya sólo es el “qué” y no el “cómo”. Las actualizaciones y el sacrificio de las historias
«El hombre informado es un consumidor de resúmenes telegráficos.
Las redes sociales han metabolizado esa costumbre y la han llevado a sus últimas consecuencias. Ahora mantenerte al día con los amigos es tener constancia de sus updates. Estar informado de tu círculo cercano consiste, de nuevo, en repasar titulares. Hemos llevado la atomización de la información hasta nuestras propias vidas. Y en el proceso hemos sacrificado algo crucialmente importante. Cuando antes los amigos te informaban de que, supongamos, Carlos había cortado su relación con Ana, la noticia venía indefectiblemente con una historia complementaria, porque en el medio para recibirla venía incluido el ir más allá del titular. Ahora, todo se concentra en el update. No hace falta conocer los inconvenientes. La Eneida se puede reformular en forma de actualizaciones, pero revela algo más grave: estamos perdiendo las historias. Nuestras propias historias.»