Bueno, pues ya llegó la película más esperada del siglo (y tantas más que habrá) y empezamos a leer opiniones para todos los gustos, aunque parece que mayoritariamente se tiende a valorarla positivamente, sin excesos. Es el caso de Rafa Marín, que tiene el mérito de analizarla con bastante detalle sin desentrañar apenas nada: Avatar.
«Avatar es, ante todo, un festín visual, un deslumbramiento continuo. Hermosa, perfectamente planificada y coreografiada, con una narración clásica donde apenas un par de veces se embarullan las escenas de acción en el montaje. Es, se deduce por el párrafo anterior, un western espacial, una fantasía ecologista, ingenua y bienintencionada, casi un producto Disney en cierto modo. No descubre, narrativamente, nada que no hayamos visto cientos de veces ya, pero la excusa argumental es solo eso: una excusa para que la cámara muestre escenas imposibles y planos aéreos de inusitada belleza. Ver la película en tres dimensiones, como la podrá ver la inmensa minoría del mundo, debe ser una experiencia cuasi-mística. A pesar de la moralina greenpeaciana, claro. A pesar de que la historia la hayamos visto cientos de veces y esté contada como se ha contado ya cientos de veces, sin un mal quiebro dramático, sin lugar a otra sorpresa que no sea todo aquello (que es mucho) que entra continuamente por los ojos.»