La censura en el humor gráfico latinoamericano, de Ana Von Rebeur, tiene un par de años de antigüedad, pero parece un buen repaso a la situación, con un vistazo general y un resumen por países.
«De este modo, los mismos artistas se cuidan mucho de decir algo incorrecto. Los puestos de trabajo como dibujante son pocos y todos saben que pueden ser despedidos por un sólo dibujo que ponga el dedo en la llaga. Por eso, ni siquiera hace falta que nadie los censure: los dibujantes, por puro instinto de supervivencia, se censuran a sí mismos eligiendo enviar adrede el chiste más inocente, que pasará todos los filtros editoriales. Por eso hoy impera el humor absurdo, delirante o infantil enfocado en situaciones cotidianas, mientras que desaparece el humor social, crítico y revulsivo.
La mayoría de los países latinoamericanos padecen democracias absolutistas dispuestas a cambiar las constituciones en pos de la eternización en el poder. Los diarios y revistas se pliegan a este afán de codicia y no les interesa ser una verdadera forma de expresión y denuncia, sino folletos publicitarios dispuestos a seducir a los anunciantes. A los dibujantes no se les pide que dibujen lo que piensan, sino que ilustren la línea editorial del medio donde trabajan, porque sólo eso será aceptado.»