Tariq Gómez-Kemp nos habla de los múltiples casos de músicas de países africanos, asiáticos, caribeños y de fuera del “primer mundo” en general que se ven rechazados en aeropuertos de la Unión Europea sin que haya ninguna razón legal para ello. El blues de la frontera.
«Gran Bretaña presume de ser una sociedad abierta y multicultural, pero tampoco se libran del cerrojazo. El pasado 14 de julio el novelista Cory Doctorow contaba esto en el blog Boing Boing: “La reglas de inmigración británicas son ya oficialmente una vergüenza nacional. A la cantante canadiense Allison Crowe le tomaron las huellas, la retuvieron seis horas y fue deportada por un simple detalle burocrático”. Bajo la nueva ley británica, para que un artista extranjero de un país que requiere visado pueda actuar legalmente hace falta que la sala donde se celebra el concierto compre un “certificado de esposorización” que puede costar cientos de libras” (Crowe). No es la única. “La lista de rechazados —continúa Doctorow— incluye a la poeta Dorothea Rosa Herliany (Indonesia) y una delegación marroquí que incluía dos poetas y al director del departamento de publicaciones del ministerio de cultura de ese país”. Los cuatro estaban invitados al festival de poesía de Ledbury en julio de 2009.»