Campos de concentración en los Estados Unidos (Segunda Guerra Mundial), un buen ejemplo de que la historia la escriben los vencedores, pues pocos serán los que ya sabían que en el lado bueno también se recurría a estas cosas. Texto y recopilación de fotografías de Alejandro Polanco Masa.
«Las medidas para evitar el espionaje y los posibles sabotajes sobre infraestructuras civiles y militares incluían igualmente el internamiento de personas de origen alemán o italiano, pero el grupo japonés fue el más perjudicado. Se levantaron grandes campos de internamiento en la costa oeste, donde los americano-japoneses fueron concentrados y controlados. Si bien es cierto que hubo grupos de japoneses que colaboraron con los militares estadounidenses en el esfuerzo de guerra, muchos otros, incluso deseando participar para defender América, fueron apartados en estos campos de concentración. En dichos lugares los internados eran mantenidos ocupados con diversos trabajos manuales o en labores agrícolas. Cada uno de los campos, capaz de albergar a miles de personas de forma ordenada, fueron diseñados para controlar cuidadosamente a quienes se encontraran en su interior por medio de un sistema de barracones e instalaciones comunes fácilmente vigilables. Nadie podía salir de allí sin un permiso adecuado y pocas vías de escape podían tener los internados. Quien pudiera entrar en el ejército, podía tener la suerte de, tras un estudio severo de sus antecedentes personales y familiares, ser enviado al frente del Pacífico. El resto debía esperar, prisionero en su propio país, a que finalizara el conflicto.»