Regulares, recuerdo de la mili en Tanger, en 1955, de Ramón Buenaventura.
«Muy duro, aquello, en formación, firmes, machacados por el sol terrible, con los soldaditos de la península desmayándoseme alrededor; pero ahí terminó mi servicio militar, porque la verdad es que a partir de aquella mañana ya no volví a ponerme el uniforme, ni siquiera para darme una vueltecita de disimulo por el cuartel de Alcazarquivir. El capitán de mi compañía era mi tío Alberto. Y me abonaban una simpática cantidad de dinerillo, porque a la pingüe paga de soldado se añadía el importe del rancho que no consumía. No recuerdo cuánto era, pero me compré algunos discos de 45 rpm a costa del erario español. Bill Haley, los primeros de Elvis, Gilbert Bécaud, Aznavour…»