Marcelo Cohen nos recuerda que hay años que por casualidades electivas, por movimientos estelares o por decisión divina las obras maestras llueven como plaga bíblica. Se trata de 1922, cuando entre otros se publican el Ulyses, las Elegías de Duino, La tierra baldía, Trilce o Nosferatu. Mientras, Hitler da su primer discurso.
Cuando todo era futuro: ” Quizá lo que pasó ese año deba explicarlo la numerología. A lo mejor un día pensamos que tampoco fue para tanto. En todo caso el lenguaje había chocado contra sus ardides, sus distinciones tiránicas, sus letales repeticiones, y en el tamblor de los añicos se detectaba la presencia de lo que escapa al dominio humano. El lenguaje era la forma fáctica de toda vida mental, y por lo tanto el campo de acción del artista.”