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¿Pacto por la educación?

El Colectivo Baltasar Gracián teme, como muchos, que el pacto por la educación no será otra cosa que papel mojada, y que los puntos fundamentales no serán tratados o serán enmascarados en la firma final: ¿Pacto por la educación?.

«El primero de ellos —por el eco mediático y con un antecedente en el pacto inocuo entre Gobierno y Comunidades Autónomas— sería el “esfuerzo común” contra el fracaso escolar y el abandono prematuro. Nuestros índices, pese a los malabarismos estadísticos, nos mantienen alejados de las medias alcanzadas dentro de la UE y de la OCDE respecto a titulación en las etapas obligatoria y postobligatoria de la Secundaria. No habría, por tanto, demasiados problemas para consensuar retoques a los desarrollos actuales de la LOE para aliviar, siquiera formalmente, el fracaso de la ESO que pesa sobre todos. La flexibilidad en los contenidos y una redefinición de las competencias básicas (elemento de homogeneidad impuesto por la Unión Europea), con un poco más de laxitud en los niveles de exigencia y el conveniente aderezo en la presentación de los datos, bien podrían ofrecer resultados más satisfactorios en el papel con cierta prontitud. De otra parte, la general confluencia en dignificar la Formación Profesional de grado medio, como salida y final de la enseñanza reglada para la mayoría de nuestros jóvenes, también puede verse ahora más favorecida por las circunstancias. El paro creciente y las dificultades para encontrar el primer empleo, la presión para el “reciclaje” en las distintas ofertas de formación y la titulación “en base a la experiencia” tendrán, probablemente, el apetecido reflejo estadístico.

En la Educación Terciaria, todos comparten la opinión de que sobran universitarios. Una vez implantadas las titulaciones selectivas (grado, máster y doctorado) que implica la integración en el Espacio Europeo de la Educación Superior (EEES), sólo queda introducir el seductor concepto de excelencia, como objetivo sólo al alcance de la autonomía también financiera de unos pocos y selectos campus universitarios. Queda así garantizada la competencia tan anhelada en el ámbito del mercado y la consiguiente discriminación de origen entre las diferentes facultades, así como la relativa al valor de los títulos expedidos (es decir, universidades de elite y universidades de masas). La crisis del modelo económico neoliberal no parece haber hecho mella en las ideas sobre las que se ha levantado, convertidas en las últimas décadas en credo incuestionable de “modernización”.»

Marcos Taracido | 22/10/2009 | Artículos | Educación

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