Fernando Valls escribe sobre la veleidad con que se critican los premios literarios utilizando, casi siempre, argumentos inconsistentes o no literarios, como en el caso del último ganador del Nacional de narrativa: El Nacional de narrativa trae colita….
«Para que su denuncia tuviera algún fundamento, su autor tendría que ser una autoridad en la materia, o —al menos— haber leído los libros que aspiraban al galardón, incluido el de Kirmen Uribe y el del escritor en catalán Joan F. Mira, que llegó hasta la votación final. Pero como me temo que no ha sido así, su opinión vale poquito. ¿Cuáles son, entonces, los argumentos que maneja? Lo cierto es que resultan peregrinos. Así, por ejemplo, se pregunta cómo una traducción remitida a los miembros del jurado sólo dos meses antes, pudo ganar frente a libros de autores “tan consolidados”, los llama él, como Ana María Matute, Juan Goytisolo, Enrique Vila-Matas, José María Merino o Baltasar Porcel. Pues, muy fácilmente, teniendo más votos. Y si nos ponemos idealistas, como me gusta a mí, siendo mejor.»