Desde el humilde rincón de una bitácora personal, Marta González ‘sempiterna’ nos pone de frente a una realidad que, pensada con frialdad, resulta aterradora: vivimos en una sociedad donde cualquier pequeño paso puede ser juzgado con la implacabilidad de un examen final. Estoy siendo evaluada
«Hace un par de semanas fui a comprar un frigorífico. No es una compra que haga habitualmente, no suelo comprar electrodomésticos a menudo, pero esta vez era una cuestión de urgencia. Tampoco contábamos con ello, con lo que decidimos financiar el artículo en cuestión. Y aquí comienza la andadura. Tuve que volver más tarde para llevar todos los papeles que me pedían: DNI, declaración de la renta, recibo domiciliado del banco, recibo de autónomo,… Una vez que conseguí reunirlo todo, a base de imprimir todos mis trámites telemáticos y ahorrativos ecológicamente hablando, me sentaron delante de un chico que me hizo muchas preguntas. Preguntas que luego le hicieron a él sobre mí por teléfono. Antigüedad de mi cuenta en el banco, estado civil, si la vivienda era en propiedad, a qué me dedicaba,…»