Un repaso a la pasión de los intelectuales italianos por el fútbol, deteniéndose especialmente en Pasolini: Pier-Paolo Pasolini y el fútbol-poesía. Un artículo de Nicolás Alberto González Varela.
«Para el enorme e inabarcable Pier Paolo Pasolini, poeta urbano, ensayista, guionista, actor secundario y director de cine, la cuestión estaba clara. Y no era inconveniente su pertenencia a un marxismo herético, inconformista, por el contrario. Tan clara como para que declarara, en una entrevista a un periodista, que en una hipotética inmortalidad del alma quisiera re-encarnarse en un pedestre valiente futbolista, en un plebeyo bravo calciatore. Pasolini como el filósofo alemán Heidegger era un jugador experimentado, cumplía la condición de haber practicado fútbol de pequeño en la periferia de Roma. En su libro Ragazzi di vita (1955) están reflejadas sus propias memorias futboleras, pateando el balón sobre un terreno negro de carbón fósil… No desapareció esta pasión ilimitada en su pubertad. En su vida universitaria fue nombrado capitán del equipo de fútbol de la Facultad de Filosofía y Letras de Bologna. Como Heidegger también era un Wing habilidoso con la zurda, algunos que vieron su juego lo calificaron sin dudar de una fantasiosa ala destra. Ahí están las vívidas fotos tomadas en los ‘1950’ por Ivo Barnabò, una ilustra este artículo, fechadas en la década de los ’50. Pasolini, ya con más de treinta y pico de años, aparece con furiosa actitud, reconcentrado, intentando fintas imposibles, dribbleando con su izquierda, dirigiendo la squadra. En algún aspecto Pasolini superó al mismo Heidegger, no sólo en honestidad intelectual sino en rigor analítico. Tifoso del Bologna FC, apasionado rossoblù de niño, Pasolini no se conformó con la mera práctica y quiso escribir una verdadera ontología existencial del fútbol. Intentó un verdadero trabajo de Sísifo: teorizar sobre el fútbol, intentó pensar esa enorme banalidad lúdica, reflexionar sobre ese imposible sueño de un juego eterno sin ganadores ni perdedores.»