Carlos cree que los videojuegos van tan deprisa que siempre se le queda uno la sensación de que nunca verá la evolución definitiva. Esa es la verdad: siempre nos parece que nada superará a lo que tenemos delante. Hemos nacido demasiado pronto.
«Años más tarde, ya con 14 años, llegaría la embestida: el ataque definitivo de la informática al ámbito doméstico… los primeros ordenadores de 8 bits: el Spectrum, el Amstrad, el Commodore 64. Los primeros juegos que estos ojillos pudieron devorar fueron como explosiones de color y diversión fulgurante: el Alchemist, el Jet Set Willy, Atic Atac… había tantos juegos donde elegir, y todos tan absolutamente fantásticos que enchufar el Spectrum y sentir la adrenalina trotanto por las venas era todo uno. Si tuviera que volver a vivir la misma emoción de entonces probablemente necesitaría atarme un cohete a la espada y dar tres vueltas a la Tierra mientras recojo billetes de 500 euros entre las nubes.»