Ramón Lobo se pone un poco nostálgico y echa de menos las redacciones de los periódicos como las de antes: ruidosas, frenéticas y sudorosas. La grapa que vende periódicos.
«En los periódicos ya no se escucha el teclear de las máquinas de escribir. Tampoco se grita. Ni se habla y menos aún se discute. Ni se bebe ron camuflado en un vaso de plástico. Ni se fuma (afortunadamente; yo era contaminador principal). Los aparatos de televisión están sin sonido y sólo se escucha de vez en cuando alguna maldición justificada cuando se atasca la impresora, algo que sucede todos los días varias veces. En España las redacciones son diáfanas y no repletas de mamparas como en EEUU, habitáculos que la gente aprovecha para colocar las fotos de los hijos y las del perro y no siempre en ese orden. En España se pueden escuchar los silencios de una mesa a otra.»