Giovanni Rodríguez escribe sobre la maldita paradoja de que en su país, Honduras, se haya producido un golpe de estado “por lo que iba a pasar”. O más bien por lo que los golpistas pensaban que iba a pasar, así que se dijeron que, qué demonios, para que hagan otros el golpe lo hacemos nosotros. Suposiciones.
«Los golpistas suponían que de no haber actuado como lo hicieron, Mel Zelaya habría implantado en el país un régimen dictatorial basado en las ideologías de izquierda y apoyado por el ogro político de Chávez. Esto, si suponemos (también nosotros tenemos derecho a suponer, supongo) que lo único que a los golpistas les preocupaba era que Zelaya se perpetuara en el poder, pero ya dados a suponer, supongamos que temían además que Zelaya continuara agarrándoles los huevos con las reformas sociales que había empezado a implementar y que les afectaban directamente pues éstas tenían que ver con beneficios a las clases más desposeídas y ellos, los golpistas, claro, son la otra cara de la moneda, en donde cualquiera con dos dedos de frente puede identificar la explotación obrera, las prebendas desde el Gobierno, las licitaciones prefabricadas, la impunidad empresarial, la exoneración de impuestos, etcétera.»