Peter Schneider recorre desencantado el panorama de partidos y candidatos a las próximas elecciones generales alemanas, en las que nadie parece querer decir una palabra más alta que otra. Las elecciones de siempre en Alemania.
«Pregúntese a los estrategas de los partidos y dirán que la crisis financiera es un asunto para perdedores; los votantes quieren oír algo positivo. El electorado está viviendo el mayor desplome desde 1929 como si fuera un mal sueño que ya casi ha pasado… y los políticos no quieren despertarlos. Los llamados “autónomos” radicales violentos de izquierdas de Berlín-Kreuzberg disfrutan incendiando coches de lujo, pero no se ha roto ni un solo escaparate de un banco en toda Alemania.Tampoco se ha llevado ante la justicia a un solo financiero-especulador que engañara a los reguladores con cifras amañadas. Al contrario, esos artistas de la bancarrota están recurriendo a la justicia para obtener las primas de millones de dólares a que consideran tener derecho. No pocos de ellos están de vuelta ante la mesa de juego especulando con el dinero de los contribuyentes y vendiendo sus nuevos “productos financieros”. Saben que, cuando llegue el próximo desplome, el contribuyente no tendrá otra opción que volver a rescatarlos.»