Monstruos del espíritu humano repasa los hechos más crudos de la vida de Horacio Quiroga y cómo estos se reflejan en sus cuentos. Un artículo de Gustavo Faverón Patriau.
«Cuando le diagnosticaron el cáncer, en una clínica citadina, Quiroga descubrió que, en el sótano de ese edificio los doctores habían escondido, sepultado en vida, a un hombre que sufría atroces deformaciones físicas, como el desdichado hombre-elefante inglés que nosotros conocemos por la película de David Lynch.
Qurioga quiso conocerlo: encontró que debajo de su cuerpo animalesco vivía un hombre inteligente y de buen corazón; exigió que lo sacaran de allí, lo llevó a convivir con él en su cuarto del hospital. Fue acaso la última persona con la que habló antes de suicidarse para no tener que soportar el trance excesivamente prolongado de la enfermedad; su último amigo.»