Cayetano Lupeña nos habla de las sombras chinescas, esas figuras que se forman con pocos elementos —una luz, una pared— y que tienen la cualidad casi mágina de extenderse hasta el infinito. Teatro de sombras.
«Estamos perdiendo la capacidad de contar historias a nuestros hijos jugando con ellos. Hay juegos que están al alcance de todos. Una forma sencilla y económica de estimular la imaginación es el llamado Teatro de Sombras. Bastan unos pocos elementos para construir todo un mundo de fantasía y emociones: Una fuente de luz, una sábana o una pared, nuestras manos y una historia conocida o reinventada.»
2009-09-22 13:05
Holas,
Tenía intenciones de contar algo más, pero la reseña al libro se alargaba más de lo necesario, se trata de una anécdota. Hubo un tiempo en que era muy aficionado al teatro de guiñol y al que llamaremos normal, y sobre todo a la danza.
Pues bien, hacia 1978 asistí, en Barcelona, a un espectáculo que todos suponíamos de teatro convencional se trataba de una sala algo viejuna y un poco destartalada. Allí estaba el público esperando la función (no recuerdo ni el título ni la ‘compañía’ ni el nombre del teatro) y de pronto, tras un ‘supuesto’ retraso toda la sala queda a oscuras.
Pasa el rato y allí no parece que se vaya a representar ninguna función, de repente aparece un técnico con una caja de herramientas en una mano y una lámpara de gas en la otra pidiendo disculpas porque han tenido una avería eléctrica, aunque luego explica que les han cortado la luz por falta de pago. Nos pide disculpas.
Cuando todo el mundo cree que allí no hay nada que ver y se dispone a marcharse, el operario se dirige al público diciendo que, ya que hemos venido y pagado la entrada, él puede entretenernos durante una horita.
El operario coge dos sillas, se quita la camisa y la tiende entre ambas, pone la lampara de gas detrás y comienza el espectáculo.
De la caja de herramientas saca papel y tijeras y comienza la función. No he visto, en mi vida nada igual: Habilidad recortando figuras, habilidad contando historias. Al final todos en pie y gran ovación.
Me río yo de las “grandes producciones”. Basta el ingenio solo para llenar un escenario.
Un saludo