Juan Goytisolo recuerda los encuentros poéticos de Formentor en 1959 y descata la importancia que tuvieron para la literatura bajo la dictadura franquista: El contubernio literario de Formentor
«No puedo extenderme en el análisis del impacto profundo de aquellos Encuentros a lo largo de cuatro años, por obra de la presencia fecunda de maestros sin cátedra como Octavio Paz, Robert Graves, René Char, Yves Bonnefoy, Alberto Moravia, Marguerite Duras, Michel Butor o Italo Calvino, ni en la consagración urbi et orbi, gracias a ellos y otros poetas y críticos, de Jorge Luis Borges (recuerdo la magnífica intervención de Roger Caillois sobre su universalidad atemporal), Samuel Beckett, Carlo Emilio Gadda, Gombrowicz y otros receptores del Premio Internacional de Literatura. Forzados a emigrar por las crecientes trabas que hallaban en España, los inspiradores y artífices de aquel y del que llevaba el nombre del añorado edén balear —concedido en 1961 a Juan García Hortelano y dos años después a Jorge Semprún por su espléndida novela autobiográfica Le long voyage— tuvieron que mudarse de una volada a Corfú y, de allí, a Salzburgo y a Valescure, para aterrizar, desanimados ya y sin fuerzas, en la costa de Túnez, en donde los Encuentros fenecieron con menos gloria que pena.»