Jaume Vallcorba lo tiene claro: El futuro de la edición literaria de calidad pasa por la educación; y esta, dice, se ha venido degradando con la plaga del relativismo, que ha tumbado las referencias comunese igualado la buena y la mala literatura.
«Pero, para poder contar con el buen número de lectores experimentados y exigentes que todo editor necesita para sobrevivir, parece imprescindible que tengan cierta formación, y el único lugar en que se me antoja que tal formación es posible, es en la educación. He sido más de treinta años profesor universitario de literatura, y he disfrutado extraordinariamente a lo largo de los primeros veintisiete. En el veintiocho, los estudiantes que llenaron las aulas, igual de inteligentes y dotados que los primeros, ya no compartían aquel mundo de referencias comunes que parecen imprescindibles para poder valorar las obras. Y lo que es peor: algunos de ellos creían en las percepciones subjetivas como un juez, discutible pero legítimo, para las obras artísticas. En los últimos años hemos podido observar cómo el relativismo se ha ido adueñando de nuestros juicios, reblandecidos con el “me interesa” en vez del más contundente y documentado “me gusta” o “es bueno”. Y ello por cuanto las vanguardias del siglo XX, artísticas, literarias y musicales, se decidieron por creaciones en las que los referentes saltaban por los aires, y en los que una supuesta “genialidad” suplía el más humilde “oficio”. Ante el argumento de la originalidad pura, toda tradición se desmenuza, destrozando los baremos de la “literatura de calidad” que durante siglos habían sido el referente de autores y lectores.»