Dadan Narval escribe una auténtica oda a la Copa de Europa (que no a la Champions League), ese lugar mítico propietario de los miércoles que en el imaginario de cualquier aficionado un poco veterano está lleno de nombres como Torpedo, Rapid o Dinamo. Europa, Europa.
«Otros equipos no llegaron a la final por tan, tan poco que sus aficionados hoy recuerdan con una mezcla de tristeza y añoranza lo que aunque fueron tiempos mejores, están teñidos del color de la derrota. Vosotros, por ejemplo, puede que no sepáis quién es Thomas von Essen. Sin embargo, en San Sebastián cada aficionado medianamente mayor de la Real Sociedad recuerda aquella noche del 20 de abril de 1983 en la que un gol del citado en el minuto 84, sólo cuatro minutos después de que el mítico Diego –Maradona no es el único Diego de la historia del fútbol- igualara la eliminatoria, dejó fuera de la final al cuadro txuriurdin. El Hamburgo, su rival, venció además aquella final a la Juventus, dando una sorpresa que en San Sebastián se comprendió, y se comprende, que podía haber sido suya. »