Masabumi Hosono fue un ciudadano japonés que tuvo la mala suerte de sobrevivir al hundimiento del Titanic. ¿Por qué? Lo cuenta Max Birrax en Masabumi Hosono, el proscrito.
«De todos es sabido el final del barco: la noche del 14 de abril, con los motores casi a plena potencia, se estrella contra un iceberg que le provoca una vía de agua y termina yéndose a pique. Es posible que ningún pasajero se diera cuenta de la gravedad del accidente, es más, casi ninguno advirtió nada raro, si acaso, un ligero estremecimiento del casco y que el sonido de los motores disminuía al haber sido parados.»