El Winnipeg de Neruda recaló en Valparaíso hace 70 años. Hay versiones más líricas sobre ese barco y ese viaje. Pero también hay otra historia del Winnipeg: los que Neruda excluyó.
Era una tarea urgente y había poco tiempo. Pablo Neruda, cónsul de Chile para la inmigración española, hacía gestiones para traer refugiados de la Guerra Civil. Las instrucciones del gobierno de Pedro Aguirre Cerda eran precisas: se aceptarán sólo aquellos que sean útiles para la industria, la minería y la agricultura. Pero el poeta acababa de escribir su Canto de amor a Stalingrado y tenía su propio filtro: ni trotskistas ni anarquistas.