Borja Ruiz parte de la descripción de dos trastornos cerebrales como la afasia y la agnosia para dar un repaso analítico a la importancia de la palabra y la voz en las representaciones teatrales. Afasia, agnosia y habla escénica.
«Por un lado, al menos desde la Antigua Grecia, hay un teatro de la palabra, donde el dramaturgo, arquitecto del habla, es quien minuciosamente orienta el sentido y significado original de la obra. Son teatros donde el escritor teatral tal vez no tenga la última palabra, pero sí las primeras y más importantes antes de que actores o directores lleven la puesta en escena por otros derroteros. Es el teatro de los grandes dramaturgos, como Esquilo, Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Calderón, Molière, Chéjov, Brecht o Beckett, si citamos con inmediatez. Al cimentar la puesta en escena en lo que cuentan, exponen y sugieren las palabras, si hiciésemos un ejercicio de imaginación y llevásemos estos teatros al pabellón clínico que describe el Dr. Sacks, espectadores como Emily D., con agnosia tonal, estarían especialmente dotados para percibir y valorar su calidad intrínseca.»