El director de cine Ricardo Franco logró conquistar a uno de los amores de toda la vida de Javier Rioyo (y de muchos más): Jean Seberg, celos y envidia. El autor tiene razón: que puñetera envidia cuando algo así le pasa a un amigo tuyo.
«LA Jean Seberg-esa americana tan francesa- siempre la recordaremos como un claro e imposible objeto de deseo. Un deseo que se concretó en los amores con un amigo, con alguien que tomábamos algo más que unas cañas. Con alguien., ¡ay!, que también nos tocó despedir de manera inopinada e incomprensible. Han pasado años. Los recordamos. Ahora por un amigo. Siempre porque el cine que nos acompañó cuando entonces de vez en cuando lo sigue haciendo.»