Carlos Gil Zamora escribe un texto en el que se pregunta por la supervivencia del autor teatral, en opinión del columnista la pieza más débil de todo el entramado que supone una producción de una obra de arte escénica. Funcionario de día; autor de noche.
«Sí, es cierto, en algunas comunidades se dan una suerte de becas para escribir obras. ¿Y qué? ¿Dónde están esas obras escritas con subvención? Pocas veces trascienden, y curiosamente se otorgan esas ayudas a autores o autoras con algún recorrido demostrado. En todos los casos, queda pendiente una apuesta por los emergentes, por los nuevos, lo que utilizan otros lenguajes, los que proponen otras relaciones. Sucede algo parecido con los premios, existen algunos que llevan emparejada la edición, hasta los hay con apoyo a su montaje, pero debe existir una desconexión absoluta entre los jurados de los premios y el oligopolio productivo español, porque es raro, muy raro, que vean la luz las obras premiadas, y si lo ven, su recorrido posterior es bastante corto.»