Darío Jaramillo Agudelo perfila la figura del narrador mexicano Sergio Pitol en La narrativa de los excéntricos.
«Lo que aparece como paradójico es situar a Pitol en el centro, que lo está, pues llegó allí por los bordes, por los márgenes; por caminos que nadie había recorrido antes. Él mismo se lo dijo a su amigo Carlos Monsiváis: “En mis libros abundan los excéntricos, quizás en demasía, pero es natural. Recuerda, Carlos, nuestra adolescencia y verás que nos movimos entre ellos. Nuestro amigo Luis Prieto, el rey de los excéntricos, nos condujo a ese mundo. Hablábamos un lenguaje que poca gente entendía. Y en mis largos años en Europa, sobre todo en Polonia y la Unión Soviética, mi mundo era ése. Las dictaduras, la opresión, los producían; ser raro era un camino a la libertad. La Inglaterra e Irlanda victorianas produjeron un ejército de ellos; quizás por eso tienen una literatura espléndida, Sterne, Swift, Wilde y sus sucesores. Cuando viví en Barcelona, a final de los sesenta y los setenta, me movía en círculos literarios que rozaban la excentricidad, el juego…”.»