Con estas reflexiones a la hora del crepúsculo, Ricardo Forster hace un repaso ensayístico del encanto y desencanto que los Kirchner provocaron en la intelectualidad argentina del último quinquenio.
El kirchnerismo (¿pero… qué es eso?) nos donó lo que parecía perdido: la actualidad de nuestras nostalgias, la alegría de intensidades olvidadas, la oportunidad de un entusiasmo crepuscular y bello. Abrió las compuertas cerradas de la política habilitando un diálogo que parecía imposible entre generaciones separadas por los abismos de la historia y de las derrotas. Asustó, sí, asustó como hacía mucho tiempo que no ocurría a los poderes de siempre, a esa derecha que sintió un escalofrío y que tuvo que iniciar el camino de la horadación del Gobierno para clausurar cualquier intento de cambio posible en un país que había renunciado a todo cambio. Demasiado, al menos para mí, como si lo ajado hubiera encontrado una nueva e imposible circunstancia para fugarse de lo cumplido y asomar de nuevo su rostro por las sendas de una historia continental.