Según la idea neoliberal, los gobiernos son corruptos y las empresas no. Gracias a los escándalos contables del último año, esa idea se ha ido al garete. Mucha gente ha perdido. Ya no existen ideas puras, ideologías económicas perfectas.
Joaquín Estefanía escribe sobre el caso Enron, con cautela, claro, pero apuntando a una serie de coordenadas de la corrupción muy interesantes, en las que los puntos clave son la privatización y la financiación electoral.
Enron: anatomía de la codicia.