Luis Antonio de Villena traza un perfil de Alexander Solzhenitsyn, su obra y sus dificultades para sobrevivir en la Unión Soviética habiendo criticado el sistema: Solzhenitsyn y el terror político.
«Dice Solzhenitsyn: «Nadie podía imaginar que 20 años después (de la Revolución de Octubre) se oprimiría el cráneo con un aro de hierro, se sumergiría a un hombre en un baño de ácido, que se le metería por el conducto anal una baqueta de fusil recalentada con un infiernillo —se le llamaba el herrado secreto—, que se le aplastaría lentamente con la bota los genitales o que como una variante más suave, se le atormentaría con una semana de insomnio y sed y se le daría una paliza hasta dejarlo en carne viva…». Ello sin entrar en las torturas de orden estrictamente psicológico.
Como parece evidente, las autoridades soviéticas (incluso en tiempos de Jruschov, que fue el primer crítico de Stalin) no podían sentirse cómodas con ese ciudadano, que logró mandar un manuscrito de su Archipiélago a París, donde se publicó por primera vez diciembre de 1973. Y eso que tal edición sería sólo el punto final y culminante de una infinita serie de problemas. »