La nota se titula Murió Magaldi, Gardel vive, pero en ella, a partir de la comparación de dos «bestias pop» de los ’90, Michael Jackson vs. Prince, el argentino Daniel Link se permite reflexionar en su blog sobre teratología y éticas trans: transhumanas, transgénicas, transestéticas, desorganizadas…
Es sabido que el soporte biológico de la figura llamada Michael Jackson fue mutando con violencia inversamente proporcional al steady state en el que parece haberse instalado Prince desde hace años. Eternamente joven el último, tan idéntico a si mismo que no puede ser sino otro (otredad que, naturalmente, subrayaba el abandono del nombre que la madre le dio, retomado con el cambio de milenio), desfigurado el primero (ya por una enfermedad hipotética, el vitiligo, o por otra comprobada, la adicción al quirófano y al maquillaje), los dos constituyen especies diferentes de monstruos, es decir: un más allá de todo principio de clasificación y sobre todo, de generación (ya nunca más biológica, ni familiar, ni humana).